AMBIENTES PREPARADOS EN EL HOGAR EN TIEMPOS DE CONFINAMIENTO
Mauricio y Rebeca Wild nos dieron las claves de cómo construir un espacio educativo que cubriera las necesidades profundas y auténticas de la infancia y nos enseñaron el valor de los ambientes preparados. Un niño que vino a Alavida después de pasar por otro colegio describía Alavida como “un colegio de niños felices”; y esto es así gracias a lo que aprendimos de los Wild. Queremos que este artículo sea un homenaje a ellos y a su enorme contribución a favor de la infancia.
Qué es un Ambiente Preparado
La primera pregunta que nos tendríamos que hacer sería: ¿tenemos satisfechas nuestras necesidades básicas de techo, ropa, alimento, amor…? Solamente cuando estén cubiertas estas necesidades prioritarias podremos ocuparnos de nuestras necesidades de desarrollo y las de nuestros hijos y estaremos en disposición de poder garantizar ciertas normas básicas y límites que contribuyan a que el ambiente sea relajado y seguro para todos.
Punto de partida: ¿Cómo estoy?
La primera cuestión es: ¿cómo estoy? Su respuesta determina en gran medida el resto de aspectos. Estos días de confinamiento obligado pueden ser una buena ocasión para considerar nuestra vida y cambiar aquello que no nos deja crecer y nos tiene atascados. Es una oportunidad para dejar atrás las distracciones externas y centrarnos en lo esencial. Es un momento único para ponerse al día y reconocerse. ¿Cómo estoy? ¿Acepto con honestidad mi estado de ánimo presente, ya sea de alegría, de miedo o de rabia? Si es así, será más fácil que esté en disposición de crear a mi alrededor un ambiente seguro y relajado tanto para mí como para los que me rodean.
Aceptación
Aceptar nuestras emociones es un aspecto básico para nuestra salud emocional. Pero ¿qué ocurre si hay algo que no puedo aceptar en este momento? A veces una situación nos causa tanto dolor que nos protegemos de ella reprimiendo nuestros sentimientos. Aceptar que uno está posponiendo un dolor es mejor que negarlo; siempre podemos buscar otro momento para liberarlo. En cambio, si lo negamos saldrá cuando menos lo esperemos. Reconocer cómo nos sentimos nos da un suelo firme para entender y enfrentarnos a nuestra realidad tanto interna como externa.
Distracciones
A menudo, las distracciones son una forma de evitar el dolor. Esto se traduce en que nos dejamos absorber por las redes sociales, la televisión, las noticias, el móvil… Es una reacción habitual, pero conviene que nos demos cuenta de que con ello estamos protegiéndonos o escondiendo un dolor que en algún momento tendremos que atender.
Confianza
Aparte de la aceptación, otro ingrediente esencial para que podamos avanzar es la confianza. Si confiamos en que la vida nos da lo que necesitamos para crecer, y que cada ser tiene dentro de sí todo lo que necesita para llevar realizarse, entonces estaremos en condiciones de abrirnos al entorno y tomar de él lo que precisamos para nutrirnos y crecer. Esta confianza en nosotros mismos, en los niños y en el “otro” es lo que nos permite dejar que fluya el potencial que tenemos dentro y se despliegue.
La aceptación y la confianza son, pues, los dos pilares que nos van a permitir aprovechar el momento presente. Parafraseando a Karl Rogers, solo cuando el “yo” se acepta, se puede superar.
El deber
Otro aspecto que nos sería muy útil reconocer y desmontar, es esa figura que hemos construido con tanta firmeza en nuestro yo interno: el “deber ser” y el “tengo que”. A veces sabemos en teoría lo que queremos pero no logramos llevarlo cabo. Ser pacientes y aceptar que no siempre podemos hacer aquello que nos gustaría, puede ayudarnos a sentir menos presión.
Acompañar al niño
La siguiente persona a la que debemos observar es al niño. ¿Cómo está? ¿Cuáles son sus necesidades? A pesar del confinamiento, a pesar de las condiciones más o menos favorables que haya en mi hogar, si nosotros estamos bien, las posibilidades de que nuestros hijos estén bien son mayores.
Los niños están pendientes de nuestro estado de ánimo. Somos su “figura de protección y seguridad”. Cuando estamos angustiados el niño no puede sentirse seguro y activa todas sus alarmas, está atento a cualquier señal que le indique si tiene que esconderse, atacar o huir. Por eso necesita estar muy pegado al adulto, pues es del adulto de quien recibe esta información. Los niños no pueden estar tranquilos y relajados si los adultos no lo estamos. Y, en este caso, ¿qué podemos hacerlos adultos? Si aceptamos nuestra realidad, estaremos dando al niño un modelo de referencia para reconocer, aceptar y acoger las vivencias que vaya teniendo.
Preparar un ambiente en donde se tengan en cuenta las necesidades del niño y en donde estas se respeten, implica organizar un espacio en el que el niño pueda satisfacer su curiosidad y jugar cuando quiera y durante el tiempo que quiera sin que nosotros dirijamos su actividad ni la orientemos hacia aspectos que consideremos más oportunos.
La Estructura
Fijar una estructura (temporal y espacial) es la manera de que todos sepamos con qué podemos contar, cuáles son las reglas de juego.
La estructura temporal va acompañada por una estructura espacial: los diversos rincones. Una organización del espacio que tiene en cuenta las necesidades e intereses de todos los que lo habitan. Cuando a la estructura temporal se le añade una estructura espacial adecuada y rica en posibilidades, todos, adultos y niños podemos sentirnos seguros y atendidos, y convivir de una manera fluida y relajada.
Crear Rincones
Los rincones que ofrecemos a nuestros hijos deben ser seguros y ordenados, invitar a la acción y a la investigación y permitir que los menores puedan usarlos sin la ayuda de los adultos. Los materiales que pongamos deben ser atractivos para los niños, sencillos y bellos; ricos en elementos no estructurados (es decir, que no persigan objetivos concretos), y deben tener en cuenta la etapa evolutiva y los intereses del niño.
AMBIENTES PREPARADOS EN EL HOGAR EN TIEMPOS DE CONFINAMIENTO
Mauricio y Rebeca Wild nos dieron las claves de cómo construir un espacio educativo que cubriera las necesidades profundas y auténticas de la infancia y nos enseñaron el valor de los ambientes preparados. Un niño que vino a Alavida después de pasar por otro colegio describía Alavida como “un colegio de niños felices”; y esto es así gracias a lo que aprendimos de los Wild. Queremos que este artículo sea un homenaje a ellos y a su enorme contribución a favor de la infancia.
Qué es un Ambiente Preparado
La primera pregunta que nos tendríamos que hacer sería: ¿tenemos satisfechas nuestras necesidades básicas de techo, ropa, alimento, amor…? Solamente cuando estén cubiertas estas necesidades prioritarias podremos ocuparnos de nuestras necesidades de desarrollo y las de nuestros hijos y estaremos en disposición de poder garantizar ciertas normas básicas y límites que contribuyan a que el ambiente sea relajado y seguro para todos.
Punto de partida: ¿Cómo estoy?
La primera cuestión es: ¿cómo estoy? Su respuesta determina en gran medida el resto de aspectos. Estos días de confinamiento obligado pueden ser una buena ocasión para considerar nuestra vida y cambiar aquello que no nos deja crecer y nos tiene atascados. Es una oportunidad para dejar atrás las distracciones externas y centrarnos en lo esencial. Es un momento único para ponerse al día y reconocerse. ¿Cómo estoy? ¿Acepto con honestidad mi estado de ánimo presente, ya sea de alegría, de miedo o de rabia? Si es así, será más fácil que esté en disposición de crear a mi alrededor un ambiente seguro y relajado tanto para mí como para los que me rodean.
Aceptación
Aceptar nuestras emociones es un aspecto básico para nuestra salud emocional. Pero ¿qué ocurre si hay algo que no puedo aceptar en este momento? A veces una situación nos causa tanto dolor que nos protegemos de ella reprimiendo nuestros sentimientos. Aceptar que uno está posponiendo un dolor es mejor que negarlo; siempre podemos buscar otro momento para liberarlo. En cambio, si lo negamos saldrá cuando menos lo esperemos. Reconocer cómo nos sentimos nos da un suelo firme para entender y enfrentarnos a nuestra realidad tanto interna como externa.
Distracciones
A menudo, las distracciones son una forma de evitar el dolor. Esto se traduce en que nos dejamos absorber por las redes sociales, la televisión, las noticias, el móvil… Es una reacción habitual, pero conviene que nos demos cuenta de que con ello estamos protegiéndonos o escondiendo un dolor que en algún momento tendremos que atender.
Confianza
Aparte de la aceptación, otro ingrediente esencial para que podamos avanzar es la confianza. Si confiamos en que la vida nos da lo que necesitamos para crecer, y que cada ser tiene dentro de sí todo lo que necesita para llevar realizarse, entonces estaremos en condiciones de abrirnos al entorno y tomar de él lo que precisamos para nutrirnos y crecer. Esta confianza en nosotros mismos, en los niños y en el “otro” es lo que nos permite dejar que fluya el potencial que tenemos dentro y se despliegue.
La aceptación y la confianza son, pues, los dos pilares que nos van a permitir aprovechar el momento presente. Parafraseando a Karl Rogers, solo cuando el “yo” se acepta, se puede superar.
El deber
Otro aspecto que nos sería muy útil reconocer y desmontar, es esa figura que hemos construido con tanta firmeza en nuestro yo interno: el “deber ser” y el “tengo que”. A veces sabemos en teoría lo que queremos pero no logramos llevarlo cabo. Ser pacientes y aceptar que no siempre podemos hacer aquello que nos gustaría, puede ayudarnos a sentir menos presión.
Acompañar al niño
La siguiente persona a la que debemos observar es al niño. ¿Cómo está? ¿Cuáles son sus necesidades? A pesar del confinamiento, a pesar de las condiciones más o menos favorables que haya en mi hogar, si nosotros estamos bien, las posibilidades de que nuestros hijos estén bien son mayores.
Los niños están pendientes de nuestro estado de ánimo. Somos su “figura de protección y seguridad”. Cuando estamos angustiados el niño no puede sentirse seguro y activa todas sus alarmas, está atento a cualquier señal que le indique si tiene que esconderse, atacar o huir. Por eso necesita estar muy pegado al adulto, pues es del adulto de quien recibe esta información. Los niños no pueden estar tranquilos y relajados si los adultos no lo estamos. Y, en este caso, ¿qué podemos hacerlos adultos? Si aceptamos nuestra realidad, estaremos dando al niño un modelo de referencia para reconocer, aceptar y acoger las vivencias que vaya teniendo.
Preparar un ambiente en donde se tengan en cuenta las necesidades del niño y en donde estas se respeten, implica organizar un espacio en el que el niño pueda satisfacer su curiosidad y jugar cuando quiera y durante el tiempo que quiera sin que nosotros dirijamos su actividad ni la orientemos hacia aspectos que consideremos más oportunos.
La estructura
Fijar una estructura (temporal y espacial) es la manera de que todos sepamos con qué podemos contar, cuáles son las reglas de juego.
La estructura temporal va acompañada por una estructura espacial: los diversos rincones. Una organización del espacio que tiene en cuenta las necesidades e intereses de todos los que lo habitan. Cuando a la estructura temporal se le añade una estructura espacial adecuada y rica en posibilidades, todos, adultos y niños podemos sentirnos seguros y atendidos, y convivir de una manera fluida y relajada.
Crear Rincones
Los rincones que ofrecemos a nuestros hijos deben ser seguros y ordenados, invitar a la acción y a la investigación y permitir que los menores puedan usarlos sin la ayuda de los adultos. Los materiales que pongamos deben ser atractivos para los niños, sencillos y bellos; ricos en elementos no estructurados (es decir, que no persigan objetivos concretos), y deben tener en cuenta la etapa evolutiva y los intereses del niño.
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