Objetivos
Objetivos
1
Que el interés y la curiosidad innata se mantengan a lo largo de toda la etapa escolar y que se desarrolle un auténtico amor por aprender.
La mayoría del alumnado, cuando entra por primera vez en un centro educativo, está lleno de curiosidad y de interés. Pero esta alegría por aprender se va perdiendo poco a poco y la capacidad de descubrir el mundo se va atrofiando.
En la primera infancia se realizan los aprendizajes más complejos e importantes, los que nos definen como humanos (aprender a andar, a hablar…), y se realizan de forma inconsciente y sin grandes sufrimientos o esfuerzos, más bien con mucha alegría y vitalidad.
El ser humano es capaz de adaptarse y sobrevivir en medios tan dispares como el desierto o las zonas polares por su enorme capacidad de adaptación y aprendizaje. Pero cuando este proceso no está relacionado con necesidades sentidas y vividas, sino con un programa externo, esta fuerza transformadora se debilita y deja de tener sentido.
Nuestro objetivo será por tanto seguir los intereses y las pasiones de los niños y niñas, plantearles nuevos retos que les hagan crecer y creer en ellos mismos y disfrutar de sus conquistas.
2
Que cada niño y niña desarrolle todo su potencial.
La principal misión académica de una escuela no es que su alumnado llegue a alcanzar muchos conocimientos, sino que desarrolle todo su potencial, que la red de conexiones neurológicas esté bien trabajada y haga conexiones muy ricas, complejas y variadas. ¿De qué nos vale haber aprobado con buenas notas matemáticas, historia, física o química si no solo lo hemos olvidado todo, sino que además no lo entendemos ni lo sabemos usar? Más nos valdría aprender a pensar, tener curiosidad por las cosas que no conocemos y sentirnos seguros de que las podemos llegar a conocer. En una sociedad en constante cambio, en la que los conocimientos se quedan obsoletos en cuestión de semanas, qué sentido tiene seguir centrando el trabajo de la escuela en la adquisición de contenidos, cuando estos además están en las redes y se puede llegar a ellos en segundos.
Lo importante es que a lo largo de la educación primaria los alumnos adquieran las competencias básicas que les permitirán conocer el mundo que les rodea, interactuar con este de forma creativa y ser capaz de transmitir su experiencia.
3
Que se vivan e incorporen relaciones de respeto, primero hacia uno mismo, luego hacia el otro y, por supuesto, hacia el entorno.
Los alumnos no aprenden por lo que se les dice. De nada vale pedirles que no griten cuando lo hacemos gritando, ni que no quiten los objetos al compañero si nosotros se los quitamos de las manos. Los niños, como decía Maria Montessori, absorben el ambiente en el que están. Si están en un entorno agresivo, se tornarán bruscos y violentos; si, por el contrario, el ambiente es suave, cálido y cuidado, se convertirán en seres amables, cordiales…
Los valores no se enseñan, se viven, y nuestro objetivo es que se vivan relaciones de respeto y cuidado mutuo.
Para conseguirlo llevamos a cabo muchas estrategias. Primero, hay reglas y límites claros, cuidadosamente estudiados, que garantizan un ambiente relajado y respetuoso. Segundo, establecemos canales de comunicación y de relación basados en la empatía y la aceptación mutua. Tercero, observamos a nuestro alumnado tratando de percibir su singularidad y su situación actual, dónde están, qué necesitan, cómo se sienten… Cuarto, profundizamos y estudiamos las etapas de crecimiento y desarrollo en las que los niños se encuentran, pues sabemos que solo se respeta aquello que se conoce. Y quinto –algo muy importante–, revisamos nuestras reacciones automáticas, nuestros prejuicios y nuestras ideas inconscientes, que suelen estar vinculados con patrones de relación no respetuosos.
1
Que el interés y la curiosidad innata se mantengan a lo largo de toda la etapa escolar y que se desarrolle un auténtico amor por aprender.
La mayoría del alumnado, cuando entra por primera vez en un centro educativo, está lleno de curiosidad y de interés. Pero esta alegría por aprender se va perdiendo poco a poco y la capacidad de descubrir el mundo se va atrofiando.
En la primera infancia se realizan los aprendizajes más complejos e importantes, los que nos definen como humanos (aprender a andar, a hablar…), y se realizan de forma inconsciente y sin grandes sufrimientos o esfuerzos, más bien con mucha alegría y vitalidad.
El ser humano es capaz de adaptarse y sobrevivir en medios tan dispares como el desierto o las zonas polares por su enorme capacidad de adaptación y aprendizaje. Pero cuando este proceso no está relacionado con necesidades sentidas y vividas, sino con un programa externo, esta fuerza transformadora se debilita y deja de tener sentido.
Nuestro objetivo será por tanto seguir los intereses y las pasiones de los niños y niñas, plantearles nuevos retos que les hagan crecer y creer en ellos mismos y disfrutar de sus conquistas.
2
Que cada niño y niña desarrolle todo su potencial.
La principal misión académica de una escuela no es que su alumnado llegue a alcanzar muchos conocimientos, sino que desarrolle todo su potencial, que la red de conexiones neurológicas esté bien trabajada y haga conexiones muy ricas, complejas y variadas. ¿De qué nos vale haber aprobado con buenas notas matemáticas, historia, física o química si no solo lo hemos olvidado todo, sino que además no lo entendemos ni lo sabemos usar? Más nos valdría aprender a pensar, tener curiosidad por las cosas que no conocemos y sentirnos seguros de que las podemos llegar a conocer. En una sociedad en constante cambio, en la que los conocimientos se quedan obsoletos en cuestión de semanas, qué sentido tiene seguir centrando el trabajo de la escuela en la adquisición de contenidos, cuando estos además están en las redes y se puede llegar a ellos en segundos.
Lo importante es que a lo largo de la educación primaria los alumnos adquieran las competencias básicas que les permitirán conocer el mundo que les rodea, interactuar con este de forma creativa y ser capaz de transmitir su experiencia.
3
Que se vivan e incorporen relaciones de respeto, primero hacia uno mismo, luego hacia el otro y, por supuesto, hacia el entorno.
Los alumnos no aprenden por lo que se les dice. De nada vale pedirles que no griten cuando lo hacemos gritando, ni que no quiten los objetos al compañero si nosotros se los quitamos de las manos. Los niños, como decía Maria Montessori, absorben el ambiente en el que están. Si están en un entorno agresivo, se tornarán bruscos y violentos; si, por el contrario, el ambiente es suave, cálido y cuidado, se convertirán en seres amables, cordiales…
Los valores no se enseñan, se viven, y nuestro objetivo es que se vivan relaciones de respeto y cuidado mutuo.
Para conseguirlo llevamos a cabo muchas estrategias. Primero, hay reglas y límites claros, cuidadosamente estudiados, que garantizan un ambiente relajado y respetuoso. Segundo, establecemos canales de comunicación y de relación basados en la empatía y la aceptación mutua. Tercero, observamos a nuestro alumnado tratando de percibir su singularidad y su situación actual, dónde están, qué necesitan, cómo se sienten… Cuarto, profundizamos y estudiamos las etapas de crecimiento y desarrollo en las que los niños se encuentran, pues sabemos que solo se respeta aquello que se conoce. Y quinto –algo muy importante–, revisamos nuestras reacciones automáticas, nuestros prejuicios y nuestras ideas inconscientes, que suelen estar vinculados con patrones de relación no respetuosos.
4
Que cada alumno esté en contacto consigo mismo, que aprenda a escuchar sus necesidades, a reconocer sus capacidades e intereses, y, por supuesto, que sea capaz de llevar a cabo sus sueños.
Esto requiere de una visión y un trabajo pedagógico totalmente distinto al que estamos acostumbrados. Se necesitan adultos dispuestos a escuchar, respetar y dejar espacio a la expresión de cada niño; organizar el espacio y el tiempo para que se dé la actividad autónoma y libre; y un acompañamiento individualizado, en el que el alumno participe activamente en la elección de sus actividades, las desarrolle autónomamente, reflexione sobre ellas y aprenda a superar constantemente nuevos retos o dificultades.
Para que los niños escuchen su pulso interno necesitan adultos que confíen en este y lo quieran atender también.
5
Que el alumnado desarrolle las habilidades necesarias para interactuar con un entorno en constante cambio.
Entendemos que la misión de la escuela, como agente de transmisión cultural, es garantizar a sus miembros la posibilidad de adaptarse a su entorno, para después, si es necesario, mejorarlo y transformarlo. Se hace preciso, por ello, que los alumnos generen una autoimagen positiva y real de sí mismos, que les permita conocer sus potencialidades, cualidades y límites, y a la vez desarrollen la fortaleza y las habilidades para interactuar con un entorno cambiante que demanda adaptaciones constantes y visión crítica.
No nos centramos en la adquisición de contenidos, que pronto van a quedar obsoletos, sino en el desarrollo de competencias que les permita estar permanentemente aprendiendo, esto es: en la observación del entorno, la interacción con este y la generación de nuevas respuestas.
6
Ofrecer a los niños y a las niñas un espacio educativo coherente con los valores de sus familias y las vivencias que estas les aportan.
La educación de un niño es responsabilidad de los padres, y la escuela debe apoyar esta misión tan delicada y vital para el ser humano. Alavida, desde esta posición, pretende dar continuidad o complementar esta tarea, nunca sustituirla. Para poder hacer este trabajo en equipo, se hace necesario que las familias y Alavida tengamos básicamente los mismos valores y principios educativos. Por poner un ejemplo, si un niño está acostumbrado a que los adultos le den las respuestas a preguntas que tal vez todavía no se ha hecho, se sentirá desconcertado en un espacio en que preparamos el ambiente para que él se haga sus propias preguntas y encuentre por él mismo las respuestas.
Dedicamos mucho tiempo y esfuerzos a asegurarnos de que lo que buscan las familias coincide con lo que ofrecemos y viceversa.
Para que las familias conozcan nuestra propuesta organizamos entrevistas, charlas, visitas, reuniones periódicas sobre diversos temas educativos, cursos, días de observación, etc. Por otro lado, establecemos formas de colaboración en el día a día de Alavida, de modo que, además de habernos escuchado, ven y participan en lo que hacemos.
4
Que cada alumno esté en contacto consigo mismo, que aprenda a escuchar sus necesidades, a reconocer sus capacidades e intereses, y, por supuesto, que sea capaz de llevar a cabo sus sueños.
Esto requiere de una visión y un trabajo pedagógico totalmente distinto al que estamos acostumbrados. Se necesitan adultos dispuestos a escuchar, respetar y dejar espacio a la expresión de cada niño; organizar el espacio y el tiempo para que se dé la actividad autónoma y libre; y un acompañamiento individualizado, en el que el alumno participe activamente en la elección de sus actividades, las desarrolle autónomamente, reflexione sobre ellas y aprenda a superar constantemente nuevos retos o dificultades.
Para que los niños escuchen su pulso interno necesitan adultos que confíen en este y lo quieran atender también.
5
Que el alumnado desarrolle las habilidades necesarias para interactuar con un entorno en constante cambio.
Entendemos que la misión de la escuela, como agente de transmisión cultural, es garantizar a sus miembros la posibilidad de adaptarse a su entorno, para después, si es necesario, mejorarlo y transformarlo. Se hace preciso, por ello, que los alumnos generen una autoimagen positiva y real de sí mismos, que les permita conocer sus potencialidades, cualidades y límites, y a la vez desarrollen la fortaleza y las habilidades para interactuar con un entorno cambiante que demanda adaptaciones constantes y visión crítica.
No nos centramos en la adquisición de contenidos, que pronto van a quedar obsoletos, sino en el desarrollo de competencias que les permita estar permanentemente aprendiendo, esto es: en la observación del entorno, la interacción con este y la generación de nuevas respuestas.
6
Ofrecer a los niños y a las niñas un espacio educativo coherente con los valores de sus familias y las vivencias que estas les aportan.
La educación de un niño es responsabilidad de los padres, y la escuela debe apoyar esta misión tan delicada y vital para el ser humano. Alavida, desde esta posición, pretende dar continuidad o complementar esta tarea, nunca sustituirla. Para poder hacer este trabajo en equipo, se hace necesario que las familias y Alavida tengamos básicamente los mismos valores y principios educativos. Por poner un ejemplo, si un niño está acostumbrado a que los adultos le den las respuestas a preguntas que tal vez todavía no se ha hecho, se sentirá desconcertado en un espacio en que preparamos el ambiente para que él se haga sus propias preguntas y encuentre por él mismo las respuestas.
Dedicamos mucho tiempo y esfuerzos a asegurarnos de que lo que buscan las familias coincide con lo que ofrecemos y viceversa.
Para que las familias conozcan nuestra propuesta organizamos entrevistas, charlas, visitas, reuniones periódicas sobre diversos temas educativos, cursos, días de observación, etc. Por otro lado, establecemos formas de colaboración en el día a día de Alavida, de modo que, además de habernos escuchado, ven y participan en lo que hacemos.
Matrícula 2024 - 2025
Ya está abierto el plazo de matriculación para el nuevo Curso Escolar con un número de plazas limitadas.
Matrícula 2024 - 2025
Ya está abierto el plazo de matriculación para el nuevo Curso Escolar con un número de plazas limitadas.